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Hace algunos años, cuando mi hija mayor estudiaba la preparatoria, una tarde en casa hacia su tarea y me dijo muy divertida, “mi maestro de ética, hoy nos dijo que si creemos en la Justicia, no estudiemos derecho”, a lo cual solté una gran carcajada; y posteriormente pensé, ese profesor en parte tiene razón.

El derecho debe estar inmerso de la justicia, sin embargo, en la realidad es  tan solo como un envase, sirve para contener un líquido que puede ser limpio o menos limpio o completamente sucio, y que dicho contenido es precisamente lo que humanamente entendemos como justicia, de ahí que la ley puede ser «justa», medianamente «justa» o totalmente «injusta», pero lo único cierto es que siempre debe ser eficaz.

El derecho para los hombres, representa las 2 caras de una misma moneda; puede ser el vehículo en donde viajan los anhelos y la esperanza de la sociedad; o puede ser un instrumento de dominación, de tiranía, esclavitud, en una palabra, de total maldad.

Aún el derecho mejor elaborado, tiene algo de inequitativo; la justicia del hombre y para el hombre es un concepto de difícil aplicación, pues en nuestras leyes, los valores de una sociedad son temporales y cambian, lo que hoy se considera correcto, mañana ya no lo es y viceversa.

La Justicia tiene enfoques y conceptos distintos; todos representan un imposible; el ejemplo clásico es la equidad, especie de la justicia se resume “Darle a cada quién lo que le corresponde”. ¿Quien es el perfecto hombre para decir que le corresponde a cada uno?

En la ley del hombre, si se llega ha alcanzar la justicia, será por circunstancias distintas a la misma ley y a los hombres que la aplica, tal como lo vemos en Lucas 18:1-8, “Parábola de la viuda y el juez injusto”, y en donde la posición firme de la mujer en reclamar un derecho que le asistía, logra lo que tanto ansiaba: Justicia; pero en ningún momento se puede ver que la motivación del Juez para impartir dicha justicia fuera por ética o valor alguno, sino para que “no fuera molestado”.

El hombre imparte justicia, copiando un modelo donde él no tiene la capacidad para poder verdaderamente HACER justicia, aproximándose a “algo parecido a equidad”, por cierto muy ciegamente, resolviendo litigios con desproporción e impiedad casi en todos los casos.

Dejando de lado argumentos ingenuos e inmaduros, como nos contestamos las preguntas de:  ¿La justicia puede existir? ¿cómo sería una verdadera justicia?

Gran parte de mi vida profesional transcurre a través de poder comunicar y hacer posible el explicar, entender y practicar el sistema legal que hoy rige.

Esto inicia desde el primer momento que decidí estudiar derecho y es a través de ello que tengo la oportunidad de descubrir algunos de sus motivos y complejidades.

Deseo que este espacio aporte a tu mente, herramientas que ayuden a explicar parte de una realidad humana que vivimos día a día.

Si puedo establecer algunas reflexiones valiosos para cualquier persona por medio de mis elucubraciones, habré ganado con mérito el que sea yo llamado ABOGADO.